lunes, 15 de diciembre de 2008

Historias de la cocina

Por extrañas fuerzas del destino, vine a NZ a aprender a cocinar comida mexicana. Sopes, tacos (soft or crispy) cochinita, mole, enchiladas, chilaquiles, tinga, y un largo etcétera.

Cuando chico, vivía en casa y comía los saludables platillos que mamá cocinaba, los deliciosos desayunos de papá y también sus cenas con licuados de fresa o chocolate abuelita. La alta cocina de mi hermana Carolina, famosa por su lasagna almendrada, y las comidas veloces que preparaba mi hermano cuando íbamos en la prepa. Yo a lo largo de todo ese tiempo, me dediqué íntegramente a comer. Jamás cociné.
Luego me fui a Guadalajara y aprendí, gracias a mi amiga Elisa, a preparar pasta. Descubrí que si le aventaba una lata de atún y puré de tomate no sabía tan mal. Me alimenté de esa mezcla endemoniada por un periodo de seis meses. Al séptimo me hice cliente de una fondita que quedaba a unas tres cuadras de mi casa. A pesar de que comí ahí por dos años y medio (intercalando con Mc Donald´s cada segundo día) la dueña y las empleadas nunca tuvieron un gesto de amabilidad conmigo.
Nunca aprendí a cocinar.

Mi precaria situación en NZ me orilló a trabajar como empleado de cocina en un restaurante mexicano. Al principio sólo lavaba trastes y decoraba los platos, pero a partir de una amenaza de despido, me puse a cocinar. Cada seis minutos me quemo los dedos con el aceite hirviendo que se usa para todas las fritangas, me rebano las yemas partiendo cebollas y tomates, se me caen las salsas y hago un regadero por todos lados etc etc.
La cocina, que es pequeñísima, la comparto con una señora que es la dueña, el novio del hijo, que es un brasileño, y el sobrino de la doña: Omar.

Omar, hombre de 37 años, con 3 hijos en México, dos reconocidos, una esposa y una amante oficial, tendrá que regresarse por ahí de marzo al no haber podido solucionar su situación migratoria. Buena onda, chilanguísimo, de profesión taquero.

- No guey, antes de regresar quiero ahorrar una lana para llevarme de vacaciones a mi familia a Acapulco.
(Rodrigo conmovido) - Ah, qué buena onda, a tus hijos les va a gustar
- Si, ca, aparte ya estoy harto de estas pinches playas guey, tan del nabo
-mmmm?
- Si, no mames, todas vírgenes, sin nada, ni un guey que te venda collarsitos, mangos o cocos, sin gente guey, sin nadie que ponga música. Ni una pinche persona en kilómetros de playas.
- ejem, si, verdad?

Y entonces éste que escribe comprendió por fin cierta teoría de Albert Einstein de la que alguna vez le hablaron largamente en clase.



** ando amarrando una chambita de ticher de spanish :)

domingo, 14 de diciembre de 2008

Señoras y Señores

Distinguidos amigos.
Con fecha de hoy, del presente mes, del presente año, dejo de ser un ilegal en NZ.
Más detalles luego.
Dos puntos paréntesis de cierre

jueves, 4 de diciembre de 2008

Yo, como la mota, sigo siendo ilegal

Pues bien mis queridos lectores, les contaré mi trágica historia.
Érase una vez que pedí una visa para trabajar y abandonar mi status de ilegal aquí en Nueva Zelanda. Lo hicimos al mismo tiempo mi novia y yo.
Cuando pedimos la visa nos mandaron a hacernos exámenes médicos, sangre, miados y rayos X.
Cuando fui por mis resultados vi que en mi hoja de la sangre me pedían hacerme de nuevo los exámenes en un mes. Yo, al igual que todos Uds, pensé que tenía sidral, pero no, revisé la última página y decía que no tenía ninguna de las enfermedades pesadas, como hepatitis, sida, gonorrea, etc etc etc. Tons muy ofendido fui a preguntar qué onda con la señorita enfermera, ella me mandó con el doctor (hijodesureputisimamadremiserablequeojalálesalganronchasenelculomuypronto) quien me dijo que no me preocupara, que mis glóbulos blancos andaban bajones por una infección pequeña que traía en la garganta, y que aparte, me dijo el idiota, era muy común entre los viajeros, por el cambio de clima, el viaje, el cambio de horario, es estrés del vuelo etc etc etc. Tons salí emputadísimo con el guey porque anotó eso lo de los glóbulos blancos en la hoja migratoria y no así todo lo que me explicó después.
A la semana le dieron su visa a mi morra, y yo nada. Tengo tres semanas esperándola y me acaban de decir que mandaron mis papeles con el médico de migración. Lo que quiere decir que tenedré que volver a pagar una lana más para que me vuelvan a hacer el examen de la sangre... claro, eso si no entran en pánico los de migración pensando que tengo una extraña enfermedad del tercer mundo y me deporten mucho a mi casa.
Por no tener la trinche visa tengo que trabajar de ilegal con unos mexicanos explotadores que me pagan la mitad del salario mínimo y no me dan ni un sólo día de descanso.
Ahora extraño andar de huevón dando clases, regañando a los morritos y tirándoles mi choro mareador que ni yo comprendía.
Será mi destino tener que pasar el resto de mi estadía como un ilegal hambriento?
Es que acaso sí tengo sangre de perro?
Será un plan maquiavélico de los del Colegio Alemán para tenerme de vuelta muy pronto?
Snif
Snif